viernes, 11 de febrero de 2011

Yogures con Sal

NENAS



NENES

Valentia

ORIGENES
Se fundó como Valentia Edetanorum en el año 138 a.C., siendo cónsul romano Décimo Junio Bruto, para instalar soldados licenciados, a los que repartió tierras junto a la nueva ciudad. 
La colonia prosperó con rapidez  y a corto plazo comenzó a acuñar moneda propia.
La ciudad fue destruida en el año 75 a. C. en el curso de la guerra entre Pompeyo y Sertorio. La ciudad debió quedar prácticamente abandonada durante al menos cincuenta años.
Torres de Serrans
Desde mediados del siglo I Valentia había recuperado ya el ritmo perdido e iniciaba una larga etapa de desarrollo, caracterizada por el crecimiento urbano, la afluencia de nuevos colonos, y el engrandecimiento de la urbe mediante la creación de grandes edificios públicos como el foro o el circo y la ejecución de importantes obras de infraestructura, como un puerto fluvial junto a las actuales torres de Serrans o la traída de aguas, un equipamiento del que los valencianos no volverían a gozar hasta mediados del siglo XIX.
En la segunda mitad del siglo III, de manera paralela al resto del Imperio, Valentia atravesó una etapa de crisis que marcó el inicio de un largo periodo de decadencia, a lo largo del cual la ciudad fue retrayendo su perímetro, despoblándose barrios enteros, y se abandonaron las redes de infraestructuras, síntoma de una relajación en el gobierno municipal.
Un siglo después, coincidiendo con las primeras oleadas de pueblos germánicos y con el vacío de poder dejado por la administración imperial, la iglesia asumió las riendas de la ciudad y los edificios de culto cristiano fueron reemplazando los antiguos templos romanos. En tiempos del obispo Justiniano, en el siglo VI, Valentia experimentó una cierta recuperación, frenándose por algún tiempo la degradación urbana y se celebró en ella un importante concilio regional. Con la invasión bizantina del sudoeste de la península en 554 la ciudad cobró una importancia estratégica, instalándose en ella contingentes militares visigodos y emprendiendo tareas de fortificación del antiguo circo romano. Tras la expulsión de los bizantinos en el 625 se inicia una etapa oscura, mal conocida por la historia y apenas documentada por la arqueología, que parece testimoniar un tono de vida urbana muy bajo.

El Arte de Beber

Club de vinos el cuál persigue posicionar  los vinos cooperativos en el mercado y difundir los valores de un producto de arraigo cultural y social. 'El Arte de Beber', impulsado por Cooperativas Agro-alimentarias, está abierto a todas las cooperativas vinícolas del país. Su producción abarca una enorme variedad de uva con la que se elaboran siete de cada diez vinos. En la actualidad, generan en torno a 4.000 puestos de trabajo fijo y una producción anual valorada en más de 1.000 millones de euros.
 Conforman además un soporte medioambiental insustituible contra la desertización en determinadas zonas semiáridas. Por otro lado, el trabajo de las cooperativas, conjugando tradición e innovación, ha permitido recuperar variedades de uva que se creían perdidas.
Los cooperativos son vinos de producción propia, al proceder de las aportaciones de los cerca de 160.000 socios viticultores que gestionan su propia tierra. Su experiencia –nadie conoce mejor la forma de cultivar y obtener frutos de un viñedo que su propio dueño–, unida a la labor de técnicos de campo y enólogos en el proceso de selección de matera prima y elaboración garantizan un producto final de calidad. Sin embargo, durante años, los vinos producidos en las propias cooperativas han permanecido a la sombra de los grandes nombres del sector. Ahora, sus productores buscan cambiar esa       tendencia presentando vinos cuidados y con la garantía de trazabilidad que solo da el haber sido creado en el mismo entorno donde creció la uva, manteniendo un riguroso seguimiento de sus cualidades desde el origen. Además, su producción es sostenible. Todas las bodegas cooperativas se ubican en el medio rural, con vocación de permanencia y, en muchos casos, como única empresa de la zona y pilar de la economía local.

El Arte de Beber inicia su trayectoria con 25 vinos diferentes, pertenecientes a 10 bodegas cooperativas, pero la iniciativa ya tiene previsiones de crecimiento. Sus organizadores calculan que, a lo largo del año que viene, se podrían integrar en este club nuevos vinos selectos, de otras 20 bodegas cooperativas más.