martes, 8 de febrero de 2011

Pronúnciese «elegetebé»

Hay varios cantamañanas convencidos de que la lengua no pertenece a quienes la hablan, sino a quienes deciden retorcerla a su antojo a golpe de guía y decreto. Me refiero a esos individuos de ambos sexos -ellos dirían individuos e individuas de ambos géneros- que se atreven, con la osadía de su ignorancia, a lo que ni siquiera pretende la Real Academia Española; que hace ortografías y gramáticas para ordenar y clarificar la parla castellana, pero no establece prohibiciones o valores morales -más allá de las marcas informativas vulgar, despectivo, peyorativo, culto o coloquial- sobre lo que la peña debe decir por la calle, en el bar donde no fuma, o en su casa. Pero hay gente, como digo, segura de que basta poner etiquetas de incorrección política o publicar guías normativas para que el habla de la sociedad se ajuste, sin más, al objetivo buscado. Y como en este país de tontos del ciruelo eso da votos, raro es quien no acaba apuntándose por iniciativa propia -el récord de imbecilidad socialmente correcta, aunque muy disputado, lo tiene de momento la Junta de Andalucía- o bajo presión del qué dirán, financiando verdaderos disparates; que luego, presentados con mucha gravedad y esmero, reservan al político de turno, cargo paniaguado o talibán de pesebre -a menudo se hacen la foto juntos, encantados de haberse conocido-, un lugar en los informativos regionales, o en los telediarios.

La penúltima es valenciana, a cargo del Consejo de la Juventud de allí; que con la colaboración del ayuntamiento local presentó hace un par de semanas su Guía del lenguaje no heterosexista: curioso documento donde, junto a reflexiones oportunas sobre la diversidad sexual y la necesidad de su reconocimiento social, los autores también se meten sin rubor a resolver, en cuatro líneas, complejas honduras de la lengua y su uso. Por ejemplo, manifestando que su objetivo es ser, modestia aparte, «herramienta útil y directa de lucha contra el patriarcado y el heterosexismo a través del lenguaje», a fin de que la creencia de que la gente suele ser heterosexual y adscrita a un sexo determinado -la guía, por supuesto, dice género- «vaya desapareciendo de la sociedad»; por ejemplo, evitándose «esquemas que presupongan la existencia de un padre y una madre». Con especial atención, teniendo presente la diversidad de situaciones familiares actuales, a «rechazar la presunción de heterosexualidad» en las personas. Lo que, dicho en corto, significa dirigirse siempre al prójimo en términos ambiguos y poco comprometidos sobre el sexo de su presunto padre y su señora madre, aunque los tenga. Por si acaso. Y aunque el interlocutor aparente ser varón o hembra -quizá porque lleve bigote o luzca unas tetas de la talla 98-, no dar nunca por sentado que es una cosa u otra, no vayamos a ofenderle la sensibilidad. Etcétera.

Estoy seguro de que esa pandilla de bobos socialmente correctos, que se extiende cual mancha de aceite de oliva virgen, no se da cuenta del lío en que está metiendo a la gente -recuerden a la pobre mujer que habló en la radio de subsaharianos afroamericanos-. De la confusión a que nos expone cuando mezcla conceptos lógicos y respetables con desvaríos de género y génera, con radicalismos idiotas que camuflan la entraña del asunto: la necesidad indiscutible de orientar a la sociedad hacia un cambio de mentalidad y actitudes, haciendo justicia a colectivos sometidos al ninguneo y al desprecio. Sin embargo, para eso hacen falta cultura e inteligencia, elementos poco habituales en la clase política y sus clientes subvencionados. Es más fácil apuntarse dos capotazos en plan caricatura, tachando de reaccionario, machista y homófobo a quien discrepe de las maneras o, con toda la razón del mundo, se chotee del negocio. Ya me dirán ustedes qué suerte puede correr una causa, por noble y razonable que sea, cuando se aliña con estupideces como que es necesario proscribir la expresión «relaciones entre chicos y chicas», por excluyente, cambiándola por «relaciones sexuales»; o cuando se afirma que la palabra homosexual se usa de forma limitadora e «invisibilidad» a las lesbianas, y debe sustituirse de inmediato, por escrito y en el habla cotidiana, por las siglas LGTB. Que engloban a lesbianas, gays, transexuales y bisexuales, y además queda más corto y manejable «por economía lingüística».

De manera que, señoras y caballeros, ha nacido otra estrella. Según la guía valenciana, usted y yo deberemos decir en adelante, so pena de ser llamados fascistas homófobos, «Día del orgullo LGTB» -pronunciado elegetebé, ojo-, «comunidad LGTB» y «LGTBfobia». El puntazo, sin embargo, viene al final, cuando la guía se refiere a condenables «expresiones heterosexistes com ara donar per cul». Lo que significa que, a partir de ahora, tampoco podremos utilizar la gráfica, rotunda y siempre útil -especialmente en España- expresión «vete a tomar por culo». Por elegetebefóbica.

No se ustedes pero yo lo he flipado absolutamente....y no porqué yo sea elegetebéfobica. A mí que cada uno que sea lo que quiera, que se exprese como quiera,....no sé,sentirse libre, vamos que nadie te juzgue. He aquí el quid de la cuestión.....

Pero no, en este país siempre tienen que estar juzgando. 

Hasta hace poco, si eras homosexual ( por cierto este signigicado ya incluye a gays, lesbianas,etc.... adj. Dicho de una relación erótica: Que tiene lugar entre individuos del mismo sexo. Que no entiendo porque estos colectivos son tan egocéntricos ) estaba mal visto y la gente criticaba lo que desconocía ( por supuesto esto es de lo más habitual en este país de hipócritas ). Y ahora resulta que es al revés, que dentro de poco ser heterosexual va a estar mal visto.................Pero por favor dejense de GILIPOLLECES, dediquense a lo que se tienen que dedicar y dejen de marcar a la gente como si fueramos borregos.

Gra a Gra Pinot Noir

Nace un nuevo vino; el Gra a Gra Pinot Noir 2009. Un vino naturalmente dulce. La Pinot Noir es la variedad de uva más afectada por el cambio climático y precisamente por esta razón nace el Gra a Gra Pinot Noir.

La historia del viñedo del que procede este vino se remonta a 1988, cuando Jaume Gramona, Director Técnico de Gramona, recién llegado de la Borgoña plantó el primer viñedo de Pinot Noir experimental del Penedés, en la finca Mas Escorpí, a más de 315 metros de altura, en un terreno muy pedregoso, calcáreo y con buena ventilación. De este viñedo surgió el vino Bru de Gramona –la primera añada fue la de 1997-, como único tinto de la bodega siendo 100% Pinot Noir.
Doce años más tarde, en el verano de 2009, Jaume Gramona observó cómo este viñedo estaba sobre-madurando, debido sobre todo al aumento de las temperaturas, que dificultaban  la óptima maduración de las pepitas y de la piel. Las variaciones observadas descartaban la elaboración para obtener el Bru de Gramona, que requiere otras características. Sin embargo, este fue el inicio que culminó con la elaboración del Gra a Gra Pinot Noir 2009, un vino naturalmente dulce.
Este nuevo vino es un claro ejemplo de la repercusión del cambio climático en la viticultura, ya que de un mismo viñedo se han obtenido dos vinos totalmente diferentes. En Gramona la innovación es una constante en su trayectoria y con el Gra a Gra Pinot Noir el equipo técnico de Gramona, liderado por Jaume, ha sabido adaptarse a la nueva situación. Este vino naturalmente dulce posee además un minucioso proceso de elaboración en el que los granos de las uvas fueron seleccionados individualmente de cada racimo. Se vendimiaron a mano en cajas dos terceras partes del viñedo, se trasladaron las uvas a la crio-cámara durante 36 horas, para bajarlas a una temperatura de 0ºC -sin congelación de la pulpa pero sí escarchado de la piel-.
Una vez en la mesa de selección se escogieron los granos de uva más adecuados y se introdujeron en tinos de madera, donde se llevó a cabo una maceración prefermentativa de 10 días con bazuqueos cada 12 horas. Se protegió la superficie de los tinos con nieve carbónica y cuando se levantó el sombrero se descubó rápidamente. El mismo día se vendimió la tercera parte restante del viñedo y se realizó la misma operación incluyendo los granos de uva en el mosto que iniciaba su fermentación a 16ºC. La fermentación alcohólica duró casi 8 semanas, hasta que se paró de forma natural con 160 gr/l de azúcar y 13% de volumen alcohólico. Sin sequedad alguna en boca se consiguió una astringencia potenciadora imprescindible para el nuevo equilibrio alcohol-azúcar-acidez. Se obtuvo así el Gra a Gra Pinot Noir, un vino afrutado, de gran intensidad aromática y con un buen potencial de guarda. Servido entre 8ºC y 12ºC, resultará un excelente compañero de un pastelito suave o bizcocho con frutos rojos, crème brûlée o magdalenas. La producción de este primer Gra a Gra Pinot Noir ha sido muy limitada, pues sólo se han elaborado 4.000 botellas.